Entramos en Venezuela un sábado por la mañana.
Llegamos a la primera PDV sobre la carretera (hay pocas gasolineras de otras marcas, pero la enorme mayoría son del Estado, Petróleos de Venezuela) y llenamos el tanque con poco menos de 2 dólares. Un poco más barato que las Canelitas y la botella de agua de 1 lt que compramos en la tiendita de la misma gasolinera. Salimos confundidos.
Llegamos al primer cajero en el primer pueblo por el que pasamos. No pudimos sacar dinero. Del segundo tampoco y del tercero tampoco porque además del NIP de cuatro dígitos, todos pedían el número de cédula (que obviamente no era el número de IFE ni el de pasaporte ni ninguno que tuviéramos). Salimos confundidos.
Llegamos a un centro comercial en Maracaibo, la primera ciudad grande a la que entramos. Muchas tiendas, mucha gente, un mall en forma. Fuimos a una casa de cambio para cambiar los 128 dólares que teníamos en efectivo. La mujer que nos atendió y que escuchó apenada toda nuestra historia con los cajeros nos dijo que no nos podía cambiar los dólares porque hacerlo sería una maldad. El cambio oficial es a 4.30 Bolívares por cada dólar (el cambio que ella tendría que darnos) y el cambio en el mercado negro es a 8 ó 10 Bolívares por dólar. Cuando le preguntamos por el mercado negro pensando que tendríamos que ir a un callejón oscuro y hacer una transacción tipo compra de Crack a un venezolano con un diente de oro, o peor aún, sin diente, nos dijo que podíamos tratar de cambiar los dólares en alguna tienda de ese mismo centro comercial. Pasamos una hora yendo de tienda en tienda, hasta que el dueño de una zapatería con sonrisa radiante aceptó comprarnos los dólares a cambio de 8 Bolívares por dólar. Nada de callejones oscuros, nada de susurros. Una transacción transparente, relajada y completamente ilegal. Salimos confundidos.
Llegamos al hotel Las Delicias. Pagamos con tarjeta de crédito para no gastar el poquísimo efectivo que teníamos y que no sabíamos cuánto nos iba a tener que durar. La noche nos costó casi el doble de lo que hubiéramos pagado con ese dinero porque el cargo a la tarjeta se hizo a cambio oficial. Sin embargo, el hotel nos hubiera aceptado dólares en efectivo tomándolos a 8 Bs por dólar (unos días después nos enteramos de que muchos hoteles y operadores de tours tienen cuentas en el extranjero en donde es posible depositarles dinero como pago y/o a cambio de Bs en efectivo, con el tipo de cambio del mercado negro). Si, seguíamos confundidos.
Llegamos por fin a la cama. Teníamos claras cinco cosas:
Una. Tendríamos que haber venido a Venezuela con muchos dólares en efectivo.
Dos. Las cosas nos iban a costar a veces el doble y a veces el triple, dependiendo de cómo pagáramos.
Tres. Íbamos a cruzar el país (más de 2200 km) con menos de 10 dólares en gasolina.
Cuatro. Lástima que la gasolina no se come.
Cinco. No entendíamos nada de nada.