Mompox es de esos pueblos a los que un río les cambió la vida.
Durante la colonia y hasta finales del siglo XIX era uno de los puertos más importantes de Colombia porque a diferencia de Cartagena, que estaba en el mar, expuesta siempre a ataques piratas y enemigos, se encontraba protegida tierra dentro, a orillas de uno de los brazos del río Magdalena, que entonces era su canal más grande y podía ser navegado por barcos de todos tamaños que venían desde el mar hacia el interior del país. Mompox vivió por varios siglos el esplendor y bonanza de los lugares a los que todo el mundo llega y por los que todo el mundo pasa.
A principios del siglo XX la acumulación de sedimentos en su brazo del río desvió el tráfico hacia otro de sus brazos y éste quedó sólo para embarcaciones pequeñas. A partir de entonces Mompox se convirtió en uno de esos pueblos de casonas de techos altísimos que se llenan de olvido y que pasan sus tardes añorando tiempos mejores mientras ven pasar la vida aletargados por el calor y arrullados por la corriente tranquila del río, sin saber acaso del tesoro que traen consigo cien años de soledad.