Las periferias de las ciudades más grandes de Bolivia (como sucede en general), parecen extenderse al infinito en una cuadrícula de construcciones de ladrillo expuesto en calles anchas sin pavimentar, algunas desoladas y solitarias, otras atiborradas de gente, paseando entre mercados ambulantes en los que se vende todo lo imaginable.
Entre esas miles de construcciones desarropadas y a medio terminar, aparecen, con más frecuencia de lo que uno esperaría, edificios que son, por decir lo menos, un estallido de color, forma y diversidad de materiales, imponiendo su estilo y revelándose contra la monocromía de las ciudades levantadas al ahí se va.
Son como una inesperada forma que adoptaron los transformers cuando ya no funcionaron más sus baterías. Oh! mira además las venden. «Jey Johnny, la gente esta muy loca!»
transformers región cuatro pero eso sí de muchos colores, que es lo que se da bien en dicha región. y se venden como pan caliente parece…