Author Archives: admin
perdiendo la escala
Gala entre las piedras bajando del cráter. Las piedras están cerca, Gala está muy lejos.
Hace sol pero hace frío. La nieve parece ahí nomás pero está acullá.
Ivan caminando por el valle de ceniza
Lonquimay
El día anterior habíamos llegado al pueblo de Malalcahuello y no paraba de llover. El guardaparques nos dijo que no podíamos subir al volcán porque arriba hacía mucho viento y estaba cayendo aguanieve. Decidimos esperar para subir al día siguiente aunque el pronóstico del tiempo decía que iba a seguir lloviendo. Amaneció con sol.
Subimos por una carreterita en medio de un bosque frondoso, entre ríos y pequeños lagos. A un lado de la carretera, gallinas, ovejas y caballos nos veían pasar indiferentes. La carretera se convirtió en terracería y seguimos subiendo rodeados de araucarias, esos extraños árboles andinos. De pronto, después de una curva, llegamos a Marte.
Todo había desaparecido, las araucarias, las plantas, las gallinas, la vida. El camino iba ahora por montañas de grava negra rodeadas de más montañas de grava negra. Habíamos llegado a las faldas del volcán Lonquimay.
Seguimos avanzando rodeados de ese paisaje insólito hasta que llegamos al sendero que iba hasta el cráter Navidad. El 25 de diciembre de 1988, el volcán hizo erupción dando origen a ese cráter (de ahí el nombre).
Dejamos el coche y empezamos a caminar por el sendero, que en realidad solo estaba marcado cada tanto por estacas de madera clavadas en la inmensidad de la ceniza negra. Al no haber puntos de referencia, la escala se pierde. Parecía que el cráter no estaba tan lejos pero estaba lejísimos, parecía que no estaba tan alto, pero estaba altísimo.
Llegamos por fin a la boca del cráter y vimos el enorme valle hacia abajo. Todo estaba cubierto por ríos de lava petrificada. A lo lejos, muy lejos, estaban las montañas verdes que la lava no alcanzó. Detrás de nosotros, el cráter principal del volcán, con la punta cubierta de nieve. El cielo era azul y seguro se veía tan intenso por el contraste tan fuerte con el infinito gris y negro que nos rodeaba. La subida y la vista nos quitaron el aliento.
Después de un rato, emprendimos el regreso. Cuando llegamos al coche, llegaron las nubes. Nos fuimos bajo una lluvia torrencial. Así pasa en Marte.
las termas geométricas
Salimos de Pucón y rodeamos el imponente y humeante volcán Villarrica hasta llegar a las Termas Geométricas.
En una quebrada a las faldas del volcán, conservando prácticamente todo el entorno natural, se tallaron en piedra 20 pozas de diferentes tamaños a las que se llega por medio de una larga pasarela en madera color rojo. El agua que fluye por las pozas brota de la cañada por 60 fuentes naturales a 80º C y llega a las pozas a una temperatura que va de los 35º a los 40º C. De la montaña también brotan cascadas con agua helada que caen en pozas en las que también (si uno es muy valiente) es posible bañarse.
El lugar es hermoso y la construcción de las pozas y pasarelas, diseñadas por el arquitecto chileno Germán del Sol, es muy afortunada. Las formas geométricas con un diseño preciso y tosco se integran al espacio y resaltan la naturaleza que se desborda a su alrededor.
Había mucha gente, pero encontramos espacio en una poza muy caliente y luego de un rato nos fuimos a una más tibia en la que pasamos un rato largo observando a los bañistas que pasaban entre las enormes hojas verdes que rodean las pasarelas, viendo el cielo y oyendo el agua que caía por la piedra y goteaba en la poza donde estábamos.
El agua caliente relaja el cuerpo y despierta el hambre. Salimos de la poza con dedos de pasita y nos fuimos al comedor, un salón grande de madera y vidrio con una gran chimenea circular al centro rodeada por bancas. Pedimos unas sopas de zapallo (calabaza amarilla) que nos sirvieron en dos grandes bowls de barro, acompañadas con pan calientito hecho en el horno. La sopa nos quitó el hambre y nos terminó de relajar el alma y después de comer nos fuimos. Flotando.