La mina de sal más grande de Colombia está en el pueblo de Zipaquirá, como a 40 km de Bogotá. Los Muiscas extraían sal de la zona mucho antes de la llegada de los españoles. Desde época de la Colonia hasta la fecha se sigue explotando y parece que todavía les queda sal para rato.
En 1954 la mina construyó una Catedral en una de las galerías cavadas por los muiscas dos siglos antes y la abrió al público. La idea vino de la tradición de los mineros de colocar imágenes religiosas de sus santos dentro de los socavones. Cada día antes de empezar a trabajar, rezaban y les pedían protección y bendiciones.
La primera Catedral estuvo abierta hasta 1990 y se cerró porque la zona en la que fue hecha ya no era segura para transitar.
A partir de 1995 se abrió la actual Catedral, construida 60 metros debajo de la primera (aproximadamente 180 metros bajo tierra) y 300 metros al interior de la montaña.
La Catedral mide 120 metros de largo por 20 metros de alto y tiene espacio para más de 3000 personas. Para llegar a la nave principal se recorre un largo túnel con pequeños altares que representan las estaciones del Viacrucis.
Estar en esos espacios abiertos tan enormes a casi 200 metros de profundidad es realmente imponente y la textura de la sal pulida de las paredes, techos y pisos es de verdad muy hermosa. Por lo demás, la sensación es un poco la de estar en un parque de diversiones más que en un lugar de recogimiento. La Catedral es parte del complejo turístico Parque de la Sal, que incluye espectáculo de luz y sonido, película 3D con la historia de la mina, un museo interactivo de la salmuera, un muro para escalar, un recorrido de minero (vestido como minero y con herramientas de minero) con todo y simulación de explosión, tiendas con souvenirs varios, hechos claro, con la sal de la mina. El lugar es visitado por más de 50,000 personas cada mes, lo que parece convertirla también en una mina de oro.