Nos vieron pasar por el camino desde la Patagonia argentina hasta los Andes peruanos. A veces indiferentes, a veces huidizas, a veces curiosas. Ahora podemos distinguir un guanaco de una vicuña y una alpaca de una llama. Y los vamos a extrañar a todos.
Refugiados en el coche mientras llovía a cántaros una tarde de sol.