En la ciudad amurallada de Cartagena parece que hay tesoros detrás de cada puerta. Unos en venta.
Poco más de ocho meses, tantos kilómetros y tantas cosas después, estábamos de vuelta en Cartagena. Regresamos para mandar el coche en un barco a Galveston, Texas, desde donde vamos a seguir viajando hacia el norte hasta Alaska. Esta vez nos quedamos en el mismo lugar que la vez pasada y dejamos el coche en el mismo puerto donde lo recogimos a finales de septiembre del año pasado. Aún con todo lo que hicimos desde entonces hasta ahora y todos los lugares a donde fuimos, parecería que todo pasó tan rápido y que así, de pronto, aquí estábamos otra vez.
El tiempo pasa siempre entre parpadeos, pero lo que cambia es la intensidad de la mirada entre uno y otro. Estamos otra vez en Cartagena y parece que todo se ve igua, pero los que miramos no somos los mismos.