Santiago está rodeado. Detrás de los edificos se ven las enormes montañas de más de 6000 metros de altura que forman parte de la cordillera que atrtaviesa el país de sur a norte.
A veces, a la vida hay que torearla (y a veces, agarrarla por los cuernos).
Volamos en Ala Delta sobre el Parque Nacional de Tijuca en Rio de Janeiro. El primero en saltar fue Chelo, luego Gala y al final Ivan.
Desde arriba vimos el Pão de Açúcar y el Morro del Corcovado a lo lejos y debajo, la montaña y la playa y el mar. Los pájaros volaban junto a nosotros y se sentía que planeábamos a la misma velocidad. Luego más abajo volamos sobre la ciudad y vimos muchas casas con alberca y edificios y coches y gente. Y nosotros planéabamos en silencio, escuchando solo el viento. Descubriendo por fin que se siente hacer lo que solo habíamos hecho soñando, volar despiertos.