Íbamos camino a Mompox por una carretera de tierra lodosa bordeando el río Magdalena. Habíamos atravesado varios riachuelos pequeños pero de pronto llegamos a uno más hondo y caudaloso. Desde el episodio en Los Lípez, entrando a Bolivia, donde nos atascamos en un río por poco más de 24 horas, le tenemos más respeto a los cruces por el agua y este río se veía directamente impasable sin una camioneta 4×4. En esas estábamos cuando se acercó un señor a decirnos que él podía guiarnos por el paso del agua porque había tramos en donde el fondo tenía piedras y se podía circular sin riesgo a que se atascara el coche. Se metió caminando hasta el centro del río (el agua le llegaba poco más arriba de la rodilla) y nos señaló confiado por donde podíamos pasar. Tomamos aire y aceleramos. Cuando estábamos del otro lado, le dimos una propina y le preguntamos que cuánto faltaba para llegar a Mompox. Muy alegre nos contestó que faltaban dos tabacos. Nos quedamos callados pensando por un segundo si tabaco era una unidad de tiempo o de distancia y cuando nos vio la cara de no entender, nos dijo, ahora ya en medio de una risa franca- Sí hombre, lo que tarda uno en fumarse dos tabacos. A los 25 minutos estábamos en Mompox.