Pasamos por Guatemala a poco menos de un mes de las elecciones generales, que se llevarán a cabo este próximo 11 de septiembre. Con más de veinte partidos políticos contendiendo al puesto de presidente, vicepresidente, alcaldes, vice alcaldes, senadores y diputados (10 candidatos a la presidencia y poco más de tres mil candidatos en total) , Guatemala estaba sumergida (por no decir embarrada) en el tema, diríase que irremediablemente. Con una presencia arrasadora, propia solamente de marcas como Bimbo o Coca Cola, la propaganda llegaba hasta el caserío más recóndito que visitamos ( no así, ni de lejos, el pavimento, el drenaje y la electricidad). Nada ni nadie parecía escaparse: piedras, árboles, montañas, tuc tucs, autobuses, postes, casas, bardas, edificios, hombres, mujeres y niños portaban el logotipo de su partido ¿preferido? Espectaculares, pancartas, mantas y flyers tapizaban avenidas y carreteras. Mensajes en radio y televisión así como altavoces en coches campaña que encontrábamos cada tanto en el camino, transmitían eslóganes y jingles sin parar. Entre los más destacados:
Mano dura, cabeza y corazón, del partido LÍDER (Libertad Democrática Renovada)
Soy Patriota porque creo en Dios y creo en Guatemala, del partido PATRIOTA
Más vale viejo conocido, que nuevo por conocer, del partido VIVA (Visión con Valores)
Vienen tiempos mejores para todos, del partido UCN (Unión de Cambio Nacional)
Llegó la hora de la gente decente, del partido ADN (Acción de Desarrollo Nacional)
Y el gran favorito: ¡Levántate Guatemala! De rodillas, solo ante Dios, del partido VICTORIA
No cabe duda que siempre es más fácil criticar las vergüenzas ajenas, y en este caso, el espectáculo era como el de un circo de pueblo polvoriento en donde sus excesos en los brillos del vestuario (percudido y descosido, se alcanza a ver) y los gritos del payaso evidencian sus carencias de contenido, nadie anda por la cuerda floja, nadie se la juega de verdad. Pero no nos reíamos. En este caso comentábamos con cautela, casi con humildad, porque pensando en el proceso electoral que está por comenzar en México, a cada número del circo no podíamos evitar pensar: …y la que nos espera.
Hace poco más de cinco meses, justo antes de que se fuera a Nueva Zelanda, Julia nos hizo un regalo increíble. Un ipod nano color rojo con 1149 canciones en playlists para todos momentos durante el viaje (4000 mts sobre el nivel del mar, pantuflas en el coche, route 66, there will be road, zona de topes, entre otros) . El ipod se llama Tacubaya Viaja. Tiene su nombre grabado en la parte de atrás y todo. Este es el cuento que acompañaba al ipod y que se convirtió en el origen del nombre de este blog.
Tacubaya Viaja (o the tale of the ipod rojo)
Tacubaya siempre fue el más largo. Una ventaja cuando se trata de alcanzar las galletas escondidas en las alturas de la despensa, pero no necesariamente cuando se trata de ir en el asiento trasero de algún Chevy. Y bien se sabe que cuando uno viaja pidiendo aventón, no siempre son las suburbans las que se detienen para llevarlo, así que Tacubaya se sube al Chevy dando las gracias, y sonriendo. De todos modos, preferiría que siempre se detuvieran los camiones de carga, que le dan espacio para estirarse y tienen esas amplias ventanas que le permiten recordar los paisajes en formato panorámico.
Desde que tiene memoria, Tacubaya ha estado perdido. No tiene padres, hermanos, amigos ni nada que se le parezca, ni tampoco rumbo dirección ni lugar de proveniencia. Es él solo, buscando a alguien que lo acompañe por las carreteras (con suerte en un auto amplio) y le cuente alguna historia que pueda guardar en el pequeño bolsillo del pantalón para contarla él mismo después. Ha viajado en tren, en bicicleta, en moto, a pie, en furgoneta, en barco, en lancha, en troca, en camión de redilas y en camión de pasajeros. A Tacubaya no le importa el medio de transporte siempre que el camino esté dispuesto. Ha viajado bajo el sol, la lluvia, el granizo y la nieve; en niebla y bruma, a 40°C y a -8. A Tacubaya no le importa el clima, mientras la compañía sea agradable. Ha escuchado cumbias, sones, tangos, rock pesado y rock ligero, pop ochentero y música clásica, y ha creado listas imaginarias del soundtrack que acompaña a una buena ruta. Tacubaya tararea en su cabeza mientras el asfalto le indica el camino. Tacubaya busca rutas, busca paisajes, y busca trayectos, pero más que nada, busca quien lo lleve con cuidado y cariñosamente.
Tacubaya no lo sabe aún, pero en algún lugar de alguna gran ciudad, una pareja busca un viaje como él para seguir su trazo. Buscan disposición, aventura y posibilidad, cualidades que Tacubaya mismo está dispuesto a compartir. Están dispuestos a viajar bajo la lluvia, el sol, el aire helado o los calores de los desiertos, siempre que este viaje se los permita, y a cambio narrarán historias que caben en el bolsillo y llenarán la cajuela de recuerdos en formato panorámico. Tararearán con él durante el camino, y lo dejarán estirarse en el asiento trasero durante la noche. Narrarán sus historias a quienes los extrañan de lejos, y guardarán unas para ellos. Iván y Gala lo esperan, tomando café por las tardes en casa y leyendo juntos en las mañanas. Y mientras, Tacubaya se pregunta, planea, y se acerca sin saberlo. Mientras, Tacubaya viaja.
Julia. Febrero 2011
http://transjargonization.tumblr.com
El martes 9 de agosto nos vamos de viaje. Vamos a recorrer América en coche a partir de ese día y a lo largo de un año. Se lee fácil, rápido, pero ya ha sido toda una travesía hasta ahora y eso que el viaje todavía no empieza. Algo que pasó de ser una fantasía a una idea a un plan a un proyecto está a poquitos días de ser un inicio.
Vamos a salir de Tacubaya en la ciudad de México. La primera parada es en Tlacotalpan, Veracruz y de ahí, para abajo hasta la Patagonia, luego para arriba hasta Alaska y de regreso a Tacubaya.
Hacemos este blog con la idea de convertir estas tres líneas en la bitácora de una larga historia que queremos compartir con todos ustedes.
Gala e Ivan