En conmemoración a la fundación de la aldea El Coco en 1903. Guatemala justo antes de llegar a la frontera con El Salvador
Pasamos por Guatemala a poco menos de un mes de las elecciones generales, que se llevarán a cabo este próximo 11 de septiembre. Con más de veinte partidos políticos contendiendo al puesto de presidente, vicepresidente, alcaldes, vice alcaldes, senadores y diputados (10 candidatos a la presidencia y poco más de tres mil candidatos en total) , Guatemala estaba sumergida (por no decir embarrada) en el tema, diríase que irremediablemente. Con una presencia arrasadora, propia solamente de marcas como Bimbo o Coca Cola, la propaganda llegaba hasta el caserío más recóndito que visitamos ( no así, ni de lejos, el pavimento, el drenaje y la electricidad). Nada ni nadie parecía escaparse: piedras, árboles, montañas, tuc tucs, autobuses, postes, casas, bardas, edificios, hombres, mujeres y niños portaban el logotipo de su partido ¿preferido? Espectaculares, pancartas, mantas y flyers tapizaban avenidas y carreteras. Mensajes en radio y televisión así como altavoces en coches campaña que encontrábamos cada tanto en el camino, transmitían eslóganes y jingles sin parar. Entre los más destacados:
Mano dura, cabeza y corazón, del partido LÍDER (Libertad Democrática Renovada)
Soy Patriota porque creo en Dios y creo en Guatemala, del partido PATRIOTA
Más vale viejo conocido, que nuevo por conocer, del partido VIVA (Visión con Valores)
Vienen tiempos mejores para todos, del partido UCN (Unión de Cambio Nacional)
Llegó la hora de la gente decente, del partido ADN (Acción de Desarrollo Nacional)
Y el gran favorito: ¡Levántate Guatemala! De rodillas, solo ante Dios, del partido VICTORIA
No cabe duda que siempre es más fácil criticar las vergüenzas ajenas, y en este caso, el espectáculo era como el de un circo de pueblo polvoriento en donde sus excesos en los brillos del vestuario (percudido y descosido, se alcanza a ver) y los gritos del payaso evidencian sus carencias de contenido, nadie anda por la cuerda floja, nadie se la juega de verdad. Pero no nos reíamos. En este caso comentábamos con cautela, casi con humildad, porque pensando en el proceso electoral que está por comenzar en México, a cada número del circo no podíamos evitar pensar: …y la que nos espera.