Nos bajamos del velero anclado y nos fuimos en lancha a la isla de enfrente. Ella ya estaba ahí cuando llegamos. Jugaba en la playa y dentro del mar cerca de donde estábamos y de vez en cuando nos sonreíamos, ella coqueta, nosotros curiosos. AL principio pensamos que era de la isla, hasta que vino Flabio, uno de los tres Kunas que vivían ahí, a preguntarnos si ella venía con nosotros. Nos dio más curiosidad. Tratamos de hablar con ella en español y en inglés sin suerte. Hablaba francés. Le preguntamos que de dónde era y nos dijo que del velero que estaba junto al nuestro. Se llamaba Baraka, tenía cinco años y viajaba con sus papás desde África. Ellos estaban en el velero. Nos metimos con ella al mar un buen rato y le enseñamos a dar marometas dentro del agua. Luego tomamos jugo de naranja debajo de las palmeras. Después de un rato, su papá vino por ella y regresaron al velero, levantaron anclas y se alejaron de la isla. Nosotros nos quedamos ahí hasta el atardecer.
Adentro de una isla
Afuera de una isla (y otra chiquita más allá).
Esperando el ferry para ir a la Isla de Ometepe