Estaba nublado cuando pasamos por Mazatlán. El mar se agitaba revuelto debajo de las nubes grises, las lanchas estaban amarradas en la playa y los taxis típicos del puerto, que por algo se llaman Pulmonías, recorrían el larguísimo malecón a toda velocidad en contra del viento. Luego se puso a llover.
Barcos en el agua, barcos en el camino, barcos en el jardín.