Llegamos a la Ciudad de México después de 404 días.
El final de un viaje de ida y vuelta (o el principio).
Refugiados en el coche mientras llovía a cántaros una tarde de sol.
La época de lluvias acaba de terminar. Todavía hay agua en el salar. El reflejo es infinito. Comimos con el cielo en todas partes.