Desde la popa del barco vimos como Alaska se alejaba.
Se quedaron atrás los glaciares, las montañas nevadas,
las flores moradas.
Se quedaron atrás los pueblos minúsculos
de casas de madera
con olor a pescado ahumado y botas de hule.
Se quedó atrás el frío. Las nubes y las orcas
íban hacia el Ártico.
Se quedó atrás Alaska. Y se quedó adentro.
Íbamos del azul profundo y el blanco brillante bajo el sol intenso
a los grises y platas bajo las nubes color naranja.
Viajamos en varios ferrys para bajar desde Haines, en Alaska hasta Bellingham, en Washington.
Ruta y paisajes de crucero, ambiente y precios de ferry. Gran combinación.