Más de 10,000 años de distancia se acercaron a nosotros y nos hablaron. Nos dijeron que todos somos únicos y que todos dejaremos una huella en el mundo, no importa lo pálida que sea. O al menos, eso quisimos escuchar.
Llegamos a la cueva de las manos, con sus asombrosas pinturas rupestres. Las más antiguas se registran alrededor del 7300 a.C. y las más recientes son del 1350 d.C.
A lo largo de ese periodo se ven dos temas principales en las pinturas; el primero tiene que ver con escenas de caza de guanacos y choíques, que eran el sustento más importante de la gente que habitaba las cuevas. El segundo es la silueta de más de 800 manos de todos tamaños. Aunque las técnicas y maneras de representarlos cambiaron con el tiempo, los temas fueron siempre los mismos.
La zona arqueológica está protegida desde hace poco más de 30 años y se puede visitar solo con un guía, pero las pinturas se ven muy de cerca. Es muy emocionante.
En medio de kilómetros de estepa infinita, se abrió la tierra y se formó un cañón de altísimos muros de piedra. En el centro quedó un estrecho valle por el que pasaba un río, que lo convirtió en un oasis en medio del desierto. Eso sucedió más o menos en el tiempo en que África se separó de América.
Unos miles de años después, los primeros habitantes de la zona, nómadas cazadores, pasaban temporadas en el valle y en las cuevas formadas en los muros de piedra y pintaban en ellas.
Unos más miles de años después llegamos al Cañón del río Pinturas. El oasis y las pinturas siguen ahí.
Se nos ponchó una llanta en la desolada Ruta 40, en media Patagonia. La cambiamos (Kimosabi) y llegamos con la llanta de refacción a Bajo Caracoles, un caserío con gasolinera y gomería (vulcanizadora) en donde la arreglaron. Ahí nos dimos cuenta de que las llantas traseras estaban totalmente desgastadas en el costado interior y que lo que pensamos que había sido mala suerte (una llanta ponchada) más bien había sido muy buena suerte (sólo una llanta ponchada).
Tuvimos que esperar a llegar a Coyhaique, en Chile para vivir la odisea de encontrar dos llantas iguales a las nuestras, cambiarlas y para que, con muchísima dificultad, alinearan el coche. El coche ya está alineado y con llantas nuevas pero ahora tiene un ruido raro. Lo revisaron en un par de talleres en Bariloche, y el diagnóstico fue que hay que cambiar una pieza, que ellos no la tenían (ni nadie a la redonda para el caso), pero que se puede circular con el coche como está, temporalmente. Ahora esperamos poder arreglarlo entrando a Chile, en donde hay más Nissan y en donde posiblemente, tengan la pieza… Los 35,000 km empiezan a sentirse.