Rodeamos la salinera, hasta que llegamos al faro. Todo es blanco en Guerrero Negro.
Preparándose para la hora de la merienda e a las afueras de La Paz.
La calle peatonal está desolada. Miércoles y todo cerrado. Es la una de la tarde, justo la hora de la siesta.
El niño deja la patineta a media calle, trepa la puerta del edificio y toca el timbre, luego se asoma a ver el balcón. Repite varias veces, su mamá tarda en salir (está tomando la siesta). El niño quiere dinero para una paleta de hielo.
El perro toma la siesta en el único kisco abierto de la cuadra, en donde están las paletas.