“…qué disparate
eres,
qué loco,
puerto loco,
qué cabeza
con cerros,
desgreñada,
no acabas
de peinarte,
nunca
tuviste
tiempo de vestirte,
siempre
te sorprendió
la vida…”
Fragmento de Oda a Valparaíso, de Pablo Neruda
De los 30 ascensores que había en Valparaíso a partir de 1883 (año en el que se construyó el primero de ellos), solo cuatro funcionan actualmente.
Abandonados entre los cerros, son como animales fantásticos en peligro de extinción que esperan dormidos a que alguien los rescate de las garras implacables del olvido.
En Valparaíso, desafiando las leyes de la gravedad y el urbanismo, todos tienen vista al mar.