Estepa que no acaba nunca hasta que llega al acantilado y desaparece. Cielo infinito, a veces tan alto, tan lejos y a veces tan cerca que parece que se puede tocar. Nubes que viajan a velocidad estrepitosa, todo el viento. El desierto que se defiende de todo y de él mismo. El mar bravo, a veces azul profundo, a veces turquesa, a veces verde.
Caminos como flechas en línea recta de asfalto que se disuelven en espejismos y de tierra (ripio le llaman acá) y polvo. Cuánto polvo. En medio de paisajes que a veces son la luna y a veces el fondo del mar.
El lugar en donde el todo es la nada y es el todo. La inmensidad.
La dramática hermosura de la desolación absoluta. Cruzamos la Patagonia. Bajamos por la RA 3.
Hace mucho tiempo, tanto que no se puede medir, solo existían dos cosas en el mundo:
KÓOCH, que siempre estuvo y la oscuridad.
Fue tan largo el tiempo que KÓOCH pasó en la oscuridad, y se sentía tan solo y triste que comenzó a llorar y tanto lloró y fueron tan abundantes sus lágrimas que comenzaron a formar el ARROK, mar amargo de las grandes tormentas.
Cuando KÓOCH se dio cuenta de que las aguas crecían sin parar, suspiró profundamente y así formó a XÓCHEM, el viento, quien comenzó a correr arrastrando consigo las tinieblas y permitiendo la llegada de la luz. KÓOCH, creador del universo, fue tan feliz con la claridad que quiso ver mejor el mar y levantando su brazo rasgó con fuerza la penumbra y este gesto encendió una enorme chispa de fuego que dio nacimiento a XALECHEM, el sol.
El calor de XALECHEM, el sol, al entrar en contacto con el mar, ARROK, dio origen a las nubes, TEO.
XÓCHEM, el viento, alocado y risueño comenzó a perseguir a TEO, las nubes, su risa estridente dio origen a KATÚ, el trueno. TEO, cansada de estos juegos, fulminó a XÓCHEM con la mirada y surgió LÜFKE, el relámpago.
Fragmento de La creación del mundo según los Tehuelches, etnia nativa de la Patagonia
Llegamos a lo más sur del sur del recorrido. Tierra del Fuego. Subimos caminando a una montaña. Hicimos un picnic. De pronto, Ivan sacó un anillo que venía cargando desde el inicio del viaje hasta el fin del mundo. Me pidió que me case con él. Ahora, el anillo lo llevo yo. Nos vamos a casar!!!
Leones marinos tomando el sol y nadando en las aguas heladas del mar, cerca del Puerto San Julián.