La época de lluvias acaba de terminar. Todavía hay agua en el salar. El reflejo es infinito. Comimos con el cielo en todas partes.
Dentro del salar de Atacama está la laguna Cejar. El agua tiene tanta sal que es casi imposible sumergirse. Entonces nos pusimos a flotar.
Tatio significa horno en Quechua. Deriva de la palabra Kunza (un idioma atacameño, extinto en el s. XIX) Tata-iu, que significa “el abuelo que llora”.
Es un campo de géiseres a 4300 metros, aproximadamente a 100 km de San Pedro de Atacama. Es el más grande del hemisferio sur y el tercero más grande del mundo. Tiene poco menos de 80 géiseres en los que el agua emerge a unos 86 ºC, que es su punto de ebullición a esa altura, aunque el agua llega a estar hasta a 200ºC.
Salimos de Pucón y rodeamos el imponente y humeante volcán Villarrica hasta llegar a las Termas Geométricas.
En una quebrada a las faldas del volcán, conservando prácticamente todo el entorno natural, se tallaron en piedra 20 pozas de diferentes tamaños a las que se llega por medio de una larga pasarela en madera color rojo. El agua que fluye por las pozas brota de la cañada por 60 fuentes naturales a 80º C y llega a las pozas a una temperatura que va de los 35º a los 40º C. De la montaña también brotan cascadas con agua helada que caen en pozas en las que también (si uno es muy valiente) es posible bañarse.
El lugar es hermoso y la construcción de las pozas y pasarelas, diseñadas por el arquitecto chileno Germán del Sol, es muy afortunada. Las formas geométricas con un diseño preciso y tosco se integran al espacio y resaltan la naturaleza que se desborda a su alrededor.
Había mucha gente, pero encontramos espacio en una poza muy caliente y luego de un rato nos fuimos a una más tibia en la que pasamos un rato largo observando a los bañistas que pasaban entre las enormes hojas verdes que rodean las pasarelas, viendo el cielo y oyendo el agua que caía por la piedra y goteaba en la poza donde estábamos.
El agua caliente relaja el cuerpo y despierta el hambre. Salimos de la poza con dedos de pasita y nos fuimos al comedor, un salón grande de madera y vidrio con una gran chimenea circular al centro rodeada por bancas. Pedimos unas sopas de zapallo (calabaza amarilla) que nos sirvieron en dos grandes bowls de barro, acompañadas con pan calientito hecho en el horno. La sopa nos quitó el hambre y nos terminó de relajar el alma y después de comer nos fuimos. Flotando.