“Siento el cansancio de Santiago, quiero hallar en Valparaíso una casa para vivir y escribir tranquilo. Tiene que poseer algunas condiciones. No puede estar ni muy arriba ni muy abajo. Debe ser solitaria, pero no en exceso. Vecinos ojalá invisibles. No deben verse ni escucharse. Original, pero no incómoda. Muy alada, pero firme. Ni muy grande ni muy chica, lejos de todo. Pero con comercio cerca. Además, tiene que ser muy barata. ¿Crees que podré encontrar una casa así en Valparaíso?»
Pablo Neruda escribió esa carta a una amiga que vivía en Valparaíso. Unos meses después, ella le habló de una casa que había encontrado y que parecía responder a las peticiones del poeta. Él la nombró La Sebastiana.
Ceci y Sebas nos recibieron en su casa de Viña del Mar. La segunda noche que pasamos juntos fuimos a cenar a casa de Cote, en Valparaíso. Una cena deliciosa en varios tiempos que se prolongó hasta las 2 de la mañana, cuando salió la pizza de camarones hecha en casa.
En Valparaíso hay muchos cerros y cada uno tiene su nombre. Está el cerro Concepción, el Alegre, Artillería, Bellavista, La Florida y como veinte más.
También están el cerro Panteón, que en su parte alta tiene un gran cementerio y el cerro Cárcel, que se llama así por la cárcel que se construyó ahí en 1854 y que funcionó hasta finales de la década de los 90. A partir de entonces el lugar se transformó en un parque y recientemente se terminó el proyecto de su nuevo y radiante centro cultural.