En el desierto de Atacama, bajando de los Géisers del Tatio, a 4500 mts. de altura.
Ceci y Sebas nos recibieron en su casa de Viña del Mar. La segunda noche que pasamos juntos fuimos a cenar a casa de Cote, en Valparaíso. Una cena deliciosa en varios tiempos que se prolongó hasta las 2 de la mañana, cuando salió la pizza de camarones hecha en casa.
En el Observatorio megamáximo de Paranal (ESO) con dos de los cuatro telescopios gigantes, el rayo láser y la galaxia y más allá detrás de nosotros. La foto nos la tomó Julien después de la cena.
Santiago nos vino muy bien para cargar todo tipo de pilas. Por fin arreglaron el coche y le hicieron el servicio de los 40,000 km. También arreglaron a Gala de la muela (endodoncia y corona incluida…), comimos sushi de verdad, encontramos libros deseados y un cable para el iPod. Pero por mucho, lo mejor fue ver a los amigos. Pasear, platicar, comer, beber y verlos en su vida por acá.
Sharon nos recibió en su casa, que se llama el Hostal Grobeisen por toda la gente que ha recibido desde que se mudó del DF a Santiago hace poco más de seis meses. Pero nosotros sabemos algo de hostales después de este viaje y estar ahí no se pareció en nada a un hostal, fue totalmente como estar en casa.
PD Gracias infinitas por los chilaquiles en salsa verde. Con esos llegamos hasta México.
Vesna, Manuel, Miquel y Amaranta nos invitaron a cenar a su casa. La noche estuvo increíble pero se nos olvidó la cámara… Otro día vimos a Vesna (vino a visitarnos mientras estábamos en el dentista) y nos tomamos la foto los tres, ella en represntación de toda la familia.
En la hermosa casa de Akemi, Julien, Maëlle, Émile y Catalina justo después de una comida deliciosa de domingo soleado. Mezcla perfecta de México, Francia y Chile. Y que viva el flan de coco!
Antes era una cárcel. Ahora es un parque cultural. Estamos en las butacas del teatro. No hay función. Afuera está Valparaíso.