Y que en medio de la tormenta, en la noche sin estrellas, o en la desolación del extravío, el faro te echa una luz para que encuentres el camino.
Las casas solitarias que salpican las costas del sur de Oregon y el Norte de California son un tema. Porque están en lugares increíbles y porque son muchas. Escondidas detrás de una curva, prendidas de la orilla de un acantilado, el mar que se les mete por la ventana. El mero lujo de tener a la inmensidad como único vecino, en un país donde la inmensidad se cobra por metro cuadrado.
Desprendida de la tierra,
mecida por el mar,
sobada por la arena,
abrazada por el sol.
Madera blanca a flor de piel.
El faro de Cape Blanco se construyó en 1870. Con el tiempo, la flama fue sustituída por una lámpara, el lente fijo cambió por uno giratorio, el sistema mecánico, cambió por uno eléctrico. Pero sigue funcionando, el haz de luz aparece cada 20 segundos, desde hace 142 años. Y contando…