Después de tantas montañas y tantos incas y tanta ropa, llegamos a destaparnos al desierto que acompaña a la costa, a la ciudad de adobe de Chan Chan, que en lengua Chimú, quiere decir Sol Sol.
Bajó el sol y justo antes de que el día se apagara, se iluminó de mil colores.
Y a nosotros, tan pequeños, el corazón se nos hizo más grande.
Viñedos que suben del valle a las montañas. Uvas bañadas de sol y cielos azules. El Pisco chileno.