Pasamos una tarde, una noche y una mañana en Nanciyaga. Está en la laguna de Catemaco, del otro lado del pueblo. Es una reserva ecológica dentro de la selva tropical. Con diez cabañitas de madera que descansan en pilotes sobre el agua, un manantial de agua mineral, un restaurante con horno de pan, kayaks y canoas además de todo el kit ritual que incluye temascales, limpias y ceremonias prehispánicas, Nanciyaga es un gran lugar para desconectarse (o conectarse, según se vea). Lejos de pretensiones eco chic y eco cool, el lugar se percibe como genuinamente en armonía con el entorno. Al llegar nos dieron dos linternas (no hay luz eléctrica) y en la cabaña nos encontramos con una pequeña vasija de barro con bicarbonato de sodio(se recomienda en lugar de pasta de dientes, para no contaminar el agua de la laguna) y una bacinica de peltre (los baños comunes están a distancia razonable) que nos pareció simpática a la llegada y oportunísima a media noche.
Pasamos una tarde de hamacas viendo monos sarahuatos colgados de los árboles, cenamos temprano y estábamos dormidos a las 10 de la noche. Perfecto plan de viernes.