El Morro National Park, en el desierto de Nuevo México. Estábamos hasta arriba.
A las cuatro y media se despertaron las gallinas
A las cinco salió el sol y se despertaron los chivos, los burros, las vacas y los guajolotes.
A las seis Doña Elvira prendió el fogón dentro de la cocina de adobe.
A las seis y media salieron los niños a jugar al patio.
A las seis cuarenta y cinco nos levantamos.
A las siete y media nos sentamos a desayunar arepa con huevo y tinto que es café negro con azúcar.
El radio estaba apagado. Ese, la tele y la luz, prenden de ocho a diez de la noche, nada más.
Todo lo demás estaba prendido.