Fuimos a la Lucha Libre. Tarde de domingo. El ring al centro del gimnasio municipal, la canción de Eye of the Tiger a todo volumen en cada presentación de los luchadores, los rudos tramposos contra los técnicos nobles (que no dejados), los réferis justos y los réferis vendidos. Los golpes fingidos, las marometas voladoras y las caídas tronadoras. Los gritos de odio y amor incondicional del público. Los niños corriendo a tomarse la foto con su luchador favorito, antes de que se meta a los vestidores. El intermedio. El olor a palomitas (que acá se llaman pipocas). Todo parecía bastante familiar. Hasta que ellas aparecieron. Sin máscaras pero con trenzas largas, sin mallas, pero con enaguas voladoras, rudas o técnicas, pero todas tremendas, las Cholitas Luchadoras.
Puesto de verduras en el Mercado Ramírez, en el centro de La Paz.
La Basílica de San Francisco está en el corazón de La Paz. Y como su corazón, su diseño es también mestizo. En la fachada de estilo barroco mestizo se integran elementos de la religión católica, como vírgenes y santos con elementos de la religión de los pueblos andinos prehispánicos, como la Pachamama o Madre Tierra.