Lo que queda en el fondo del mar cuando el mar se va.
Dejamos la tienda de campaña y nos fuimos a caminar al fondo del mar.
En Monte León, la marea se retrae kilómetros todos los días. El mar se va rápido y vuelve de pronto, a una hora distinta cada vez, por eso hay que checar las tablas de mareas cada día. Esa tarde, podíamos caminar desde las siete y media de la noche hasta pasadas las nueve.
La arena queda mojada pero compacta y las rocas quedan cubiertas de mejillones, algas y corales que esperan pacientes e inmóviles a que el agua regrese.
Los acantilados que reciben estoicos el golpe de las olas durante todo el día, quedan descubiertos como paredes de una alberca gigantesca y vacía. Caminamos hasta la isla que habíamos visto más temprano desde tierra y ahora quedaba a un lado de nosotros como una piedra inmensa, desnuda sobre la arena.