Nos tocó la Semana Santa en Copacabana, a orillas del Lago Titicaca. El pueblo, que casi todo el año es bastante tranquilo, se llena de familias que buscan playa (en este caso, la única en Bolivia) y peregrinos que vienen a visitar a la Virgen de Copacabana, una de las más queridas en el país. Casi todos se instalan en tiendas de campaña a orillas del lago. Aunque eso sí, nadie se mete al agua. Unos porque está muy fría, otros porque está muy sucia, los demás porque no saben nadar. Y empieza la fiesta que dura cuatro días. Juegos, puestos de comida, puestos de cualquier cosa, inflables, botes de pedales con forma de pato y pelícano en fibra de vidrio. Músicas de todos tipos, en el mismo lugar y al mismo tiempo. Casas que rentan baños y que guardan mochilas. Autobuses formados en la plaza que regresan a La Paz cada hora. Las calles principales del pueblo llenas de gente, paseando, comprando, comiendo, nomás viendo. Como diría Paco, qué duros son los días de guardar.
Luchitas en pelota a orillas del Lago Titicaca, el Viernes Santo.
Bajando en bicicleta por el Camino de la Muerte, entre La Paz y Coroico, en Bolivia
Al atardecer en el Salar de Uyuni, en Bolivia. No hay palabras…