Llegamos al lugar de donde el agua cae,
donde se desborda y se transforma.
Toda el agua del mundo.
La caída libre.
El ruido que nunca para.
La fuerza incansable, absoluta.
Inmensa la vida. Hipnotiza el agua.
Las manos están agarradas con fuerza al barandal,
aguantando las ganas incondicionales de saltar al vacío,
de ser sólo agua.
De pronto la mariposa se suelta, vuela, fascinada.
Apenas toca el agua, desaparece. La fuerza es descomunal, arrasadora.
Se rompe el encanto, se sueltan las manos.
No hace falta saltar.
Siento el agua, contenida en el cuerpo.
Es real. Brasil vive y sueña futbol. Todo el tiempo. Por el camino, en los pueblos, en las ciudades, cada espacio abierto puede ser una cancha de futbol y al atardecer, siempre hay gente jugando. Jogo bonito todos los días. Cinco copas del mundo se ganan así.
El Museu Oscar Niemeyer, en Curitiba.
El edificio principal fue diseñado por Niemeyer en 1968 y durante más de 30 años funcionó como un instituto gubernamental de educación. En 2001, el arquitecto proyectó el anexo del Ojo y a partir de su construcción en 2002, la edificación completa se convirtió en el MON, o el Museu do Olho, como le dicen en la ciudad.
Este diciembre, Oscar Niemeyer cumplió 104 años.
llegamos a São Paulo a ver y a abrazar a los amigos.
Con Laila en el mercado municipal de São Paulo
Noche de pizzas (las mejores de São Paulo) en casa de Silvia con Roberta, María Fernanda y Chelo
Cena riquísima en casa de June y Lucia. El reencuentro feliz después de 16 años.