Nos tocó la Semana Santa en Copacabana, a orillas del Lago Titicaca. El pueblo, que casi todo el año es bastante tranquilo, se llena de familias que buscan playa (en este caso, la única en Bolivia) y peregrinos que vienen a visitar a la Virgen de Copacabana, una de las más queridas en el país. Casi todos se instalan en tiendas de campaña a orillas del lago. Aunque eso sí, nadie se mete al agua. Unos porque está muy fría, otros porque está muy sucia, los demás porque no saben nadar. Y empieza la fiesta que dura cuatro días. Juegos, puestos de comida, puestos de cualquier cosa, inflables, botes de pedales con forma de pato y pelícano en fibra de vidrio. Músicas de todos tipos, en el mismo lugar y al mismo tiempo. Casas que rentan baños y que guardan mochilas. Autobuses formados en la plaza que regresan a La Paz cada hora. Las calles principales del pueblo llenas de gente, paseando, comprando, comiendo, nomás viendo. Como diría Paco, qué duros son los días de guardar.
Las ruinas de Chinkana, en la parte Norte de la Isla del Sol.
Titicaca es el lago navegable más alto del mundo. Está a 3800 msnm entre los territorios de Bolivia y Perú y mide más o menos 8,500 km².
La Isla del Sol está en el lado de Bolivia y es la isla más grande del lago. Está habitada en su mayoría por indígenas de origen quechua y aymara dedicados a la agricultura, el pastoreo y el turismo.
Llegamos temprano en la mañana y la recorrimos caminando de la punta norte a la punta sur por sus 10 km de largo, en un día soleado y hermoso. Pasamos la noche en el poblado de Yumani bajo una lluvia torrencial y al día siguiente tomamos el barco de regreso a Copacabana.